Alguna vez se han preguntado, ¿qué será lo que
los niños de hoy le contarán de su infancia a sus hijos? Los adultos y jóvenes
de hoy disfrutamos contándoles a los niños todas las cosas que solíamos hacer
cuando éramos pequeños, pero haciendo una observación detenida a las infancias
actuales, tristemente podemos darnos cuenta de que los niños han dejado de
disfrutar su infancia y pierden poco a poco ese valioso tiempo del hacer y
deshacer, tiempo que no regresará a ellos jamás.
Hagamos unas leves comparaciones para notar las
diferencias:
Antes los niños en su mayoría eran sanos e
inquietos, salían por las tardes a correr, saltar y divertirse en las calles de
su barrio, en compañía de los niños del vecindario. Jugaban juegos como la
traes, el escondite, stop, bote pateado, encantados, quemados, bebeleche,
resorte, gallinita ciega, víbora de la mar, doña blanca, el lobo no está, la
rueda de San Miguel; brincaban la cuerda, paseaban en bici, patines, patín del
diablo, patineta, y muchos otros juegos y actividades en que lo principal era
no mantenerse quieto ni callado en ningún momento, eran juegos que invitaban a
convivir, a hacer amigos y a ganarse de vez en cuando un raspón de rodillas y/o
codos, que probablemente ahora sean una cicatriz que nos dé qué contar y sí, a
veces esos juegos también terminaban en algún regaño de los papás, sobre todo de
mamá, con frases como “mira cómo te has dejado la ropa”.
Ahora los niños son sedentarios y por lo mismo
muchos de ellos son obesos, rara vez salen a jugar a las calles, más por el
temor de los padres de que alguien se los robe o los arroye un vehículo, que
por la falta de ganas de los niños por salir. Muchos de los pequeños de hoy
sólo conocen a sus vecinitos porque les han visto salir o entrar a sus casas y
no por que hayan hablado, mucho menos jugado, con ellos alguna vez.
Antes los niños cargaban con ellos juguetes
simples que no necesitaban más que de ellos para funcionar y que les brindaban
largas horas de juego y entretenimiento, juguetes como canicas, yoyos, muñecas,
resorteras, carritos, vajillitas, muñecas de papel, pelotas, peluches, trompos
y muchos otros. Los niños tenían que echar mano de su imaginación para crearse
historias y mundos que los hacían vivir grandes aventuras, un niño de antes era
capaz de divertirse solo, y la diversión podía desbordarse si al niño se le
ofrecía jugar con una caja de cartón en la que pudiera entrar sin mayor
problema; la caja entonces se convertía en casas, castillos, calabozos, carros,
cuevas y muchas cosas y sitios más.
Ahora más parece que los juguetes juegan con los
niños, pues en la era de las baterías y los mandos a distancia, los niños sólo
se sientan en algún cómodo sitio en casa para ordenar al coche que se mueva,
que avance, gire o brinque, las muñecas hablan, cantan, comen, caminan, incluso
van al baño y todo por si solas. Los niños de hoy no tienen que esforzarse por
crear un mundo de fantasía porque los juguetes se han convertido en objetos lo
más apegados a la realidad.
Antes los niños salían a la calle y por razones
distintas, más de alguna vez volvieron a casa con un perro, un gato o un ave en
las manos, acompañados de una carita de súplica y una frase común, “¿puede
quedarse?”, los padres cedían ante eso y entonces, bienvenida una mascota a la
familia. En algunos otros casos eran los mismos padres quienes llevaban al pez,
la tortuga, el hámster, conejo, perro, gato o cualquier otro animal doméstico a
formar parte del rol familiar, y muchas veces se justificaban con un “tener una
mascota enseña a los niños a ser responsables” y claro, la compañía de un bicho
de estos siempre hace muy llevadera la vida de los niños (y de los adultos).
Ahora debido al crecimiento demográfico, nos
hemos visto en la necesidad de vivir unos encima de otros, piso tras piso tras
piso, y en estos pequeños sitios a los que hemos de llamar casa, no hay espacio
para tener mascotas, razón por la cual muchos niños no pueden disfrutar de la
compañía de un pequeño ser que haga de sus ratos de ocio (encerrados en casa)
un rato más ameno, divertido y móvil, además existen padres que piensan que los
niños están para ser cuidados y no para que ellos cuiden de otro ser.
Antes los niños pasaban largas horas frente al
televisor viendo dibujos animados que podrían no dejarles grandes enseñanzas,
pero que siempre terminaban dándoles un pequeño mensaje que podían aplicar en
su vida diaria. Además los niños de antes no ponían el televisor y su
programación por encima de las horas
para estar en la calle con los amigos, si estaban viendo el televisor y un
colega llegaba por ellos para salir a jugar, no dudaban ni poco en ponerse
zapatos deportivos, tomar el balón, la bici o la cuerda y salir a jugar.
Ahora como los niños no salen, pasan sus horas
enteras frente al televisor dejando correr uno a uno cientos de programas
vacíos, sin contenido alguno, sin un mensaje que ayude a los pequeños a mejorar
como individuos, por el contrario muchos de esos programas parecen ser hechos
para adultos y no para niños, promoviendo el sedentarismo en los pequeños, la
violencia y la hipersexualización.
Antes los niños eran reprendidos severamente por sus padres debido a su mal comportamiento o a la cantidad de travesuras que llegaban a hacer, sin embargo los padres entendían que eran niños y los dejaban ser, correr, rasgarse la ropa, rasparse los codos, no faltaba el niño que se abriera la cabeza o se rompiera un brazo o una pierna, pero eran niños llenos de energía que más tardaban en sanar que en comenzar a hacer travesuras de nuevo. Y sí, antes también se tenía a padres estrictos que hacían de los niños personas responsables, respetuosas y aplicadas, eso, o tabla (castigo). Y a pesar de eso, los padres estaban ahí siempre para sus hijos y los niños crecían con el mejor ejemplo que las figuras paternas podían darles.
Los invito a escuchar esta canción, disfrútenla.
Antes los niños eran reprendidos severamente por sus padres debido a su mal comportamiento o a la cantidad de travesuras que llegaban a hacer, sin embargo los padres entendían que eran niños y los dejaban ser, correr, rasgarse la ropa, rasparse los codos, no faltaba el niño que se abriera la cabeza o se rompiera un brazo o una pierna, pero eran niños llenos de energía que más tardaban en sanar que en comenzar a hacer travesuras de nuevo. Y sí, antes también se tenía a padres estrictos que hacían de los niños personas responsables, respetuosas y aplicadas, eso, o tabla (castigo). Y a pesar de eso, los padres estaban ahí siempre para sus hijos y los niños crecían con el mejor ejemplo que las figuras paternas podían darles.
Los invito a escuchar esta canción, disfrútenla.
Antes
los niños se sorprendían sobremanera de la forma en que los aparatos
evolucionaban, como iban las computadoras, televisores, videojuegos y teléfonos
dejando de ser enormes y poco portátiles, a ser pequeños y ligeros. Se sorprendían al ver cómo los paisajes iban
dejando de ser verdes para ser de concreto, cómo los pueblos se convertían en
ciudades.
Ahora
los niños nacen viendo eso, ya es lo más común para ellos y conviven con estos
paisajes y estos aparatos como convivir con un integrante más de la familia. Es
más, hay niños que desde pequeños han estado pegados a televisores, teléfonos móviles,
videojuegos, dispositivos digitales, etc, y como resultado tenemos generaciones
de malos estudiantes, de niños sin la capacidad de sorprenderse, niños sordos
(por la exposición a niveles elevados de volumen), ciegos (por la exposición inmoderada
a la luz que emiten las pantalla) y mudos, pues les interesa más el mundo
dentro de las pantallas que el mundo real.
Ahora los niños son sobreprotegidos por los
padres, no quieren que les dé ni el aire, que no toquen la tierra, que no se
mojen ni se arriesguen a lastimarse, los padres quieren a sus hijos dentro de
vitrinas de cristal donde nada les pueda pasar. Los niños ahora son malcriados,
mimados, groseros e irrespetuosos, pues sus padres no quieren que “sufran”,
como ellos sufrieron, la educación de la vieja escuela, así que nada de
castigos ni regaños a los malos comportamientos de los niños para que no tengan
“traumas a futuro”. Y sin embargo, la vida ajetreada y las necesidades
económicas actuales, obligan a los padres a estar más tiempo fuera de casa y volver
a ella con niveles de estrés inmanejable, con la paciencia quebrantada, de modo
que prefieren que sea alguien más quien tenga que tolerar la energía de sus
hijos y los inscriben a cursos extra escolares. En ausencia de los padres los
niños son cuidados y criados por terceros o en el peor de los casos por los
aparatos de entretenimiento.
Antes
un niño inquieto no era más que eso, un niño con demasiada energía que gastar.
Ahora
un niño inquieto es diagnosticado con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad) y es sedado con medicamentos de prescripción, de modo que
tenemos pequeños adormecidos y aletargados, sin ganas ni de jugar.
Por
todo lo dicho pregunto yo, ¿qué le estamos haciendo a nuestros niños?, ¿qué
será lo que ellos podrán contarles a sus hijos?, si los niños de ayer, los
adultos del ahora, nos hemos dedicado a terminar con las infancias de los
pequeños y nos hemos olvidado de lo que era ser niños. Por favor paremos con
esto, dejemos que los niños vuelvan a ser niños. Seamos sinceros, ningún niño quiere
realmente ser adulto y todos los adultos quisieran volver a ser niños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario